sábado, 19 de mayo de 2018

Tercera Hipótesis: DESCRIPCIÓN DEL PROCESO FISIOLÓGICO DE ENGORDAR.

(En donde quizá por primera vez entienda como funciona, realmente, el mecanismo que nos permite acumular grasas, y en la que descubrirá toda la verdad sobre el colesterol)

Engordar no es más que un proceso fisiológico y normal, decíamos en la Segunda Hipótesis, y que la gordura no es más que un atesoramiento de energía… Un maravilloso mecanismo que nos ha dado la naturaleza, y que nos permite tomar previsiones ante contingencias en una de nuestras necesidades básicas, como es la provisión cotidiana de nutrientes en cantidades y calidades suficientes.

Todo lo que ingerimos puede dividirse en tres categorías, de acuerdo a lo que esté destinado:

* Sustancias plásticas

* Sustancias energéticas

* Sustancias químicas

Las Sustancias plásticas:
Se denominan así porque su función es la de renovar todos los tejidos que día a día se van “gastando”, y la de reparar a los que por cualquier motivo sean dañados.
Las grasas y las proteínas son los dos tipos de alimentos más significativos de este grupo. Los carbohidratos también cumplen un muy importante papel en este aspecto.

Las Sustancias energéticas:
Nuestro organismo está preparado para extraer energía de cualquiera de los tres tipos de alimentos (grasas, proteínas y carbohidratos), pero como siempre hace lo más económico, ante una oferta normal de ellos, solo los hidratos de carbono son los encargados de esa función. En caso de carencia de carbohidratos en la ingesta nuestra fisiología está condicionada para extraer energía de las grasas de depósito. Si estas se agotaran, por un procedimiento más complejo y oneroso podemos conseguirla de las grasas que comemos. Si elimináramos también la ingestión de grasas, por otro mecanismo aún más complicado y costoso estamos en condiciones de extraer energía de las proteínas que, en un muy hipotético caso, fuesen nuestro único alimento.
Si tampoco consumiéramos proteínas –hablamos de un ayuno total, en una persona que ya no tiene grasas en sus depósitos– podemos disponer de un mecanismo “tan de emergencia” que de continuar en pocos días lleva a la muerte: toda nuestra química puede transformar en energía las propias proteínas. Primordialmente las de los músculos, que son las más abundantes.

Las Sustancias químicas:
Son las destinadas a, casualmente, intervenir en todos los intrincados procesos químicos: renovación y reparación de tejidos; fabricación de hormonas; elaboración de jugos digestivos; aprovechamiento de energía a partir de carbohidratos, grasas y proteínas (según vimos más arriba), y cientos de otros.
Los componentes de la dieta con fundamental actividad en este sentido, son las vitaminas, los minerales y el agua, y también, por supuesto, los tres ya mencionados.

Desde hace muchos años sostengo una hipótesis que creo muy interesante, ya que hasta nos permite entender (y disculpar) el motivo por el que aún hoy se vienen cometiendo errores en la comprensión de algunos de los procesos metabólicos de nuestro organismo: el mecanismo que utilizamos para acaparar grasas, por ejemplo; el modo correcto de deshacernos de sus excesos cuando nos empeñamos en ello; la manera de controlar los niveles normales de colesterol, HDL colesterol, triglicéridos y glucosa que circulan en nuestro torrente sanguíneo, también a modo de ejemplo.

La pongo a su consideración.

Desde la escuela primaria se nos viene enseñando que los animales de este planeta, según el tipo de alimentos que consumamos habitualmente, nos dividimos en tres grupos:

Carnívoros

Herbívoros

Omnívoros

Esto está incorporado en nuestro conocimiento de la misma forma que el concepto de que la tierra es casi esférica y gira alrededor del sol.
Son todos principios axiomáticos, lo que quiere decir que “son principios o sentencias tan claros que no necesitan explicación”.

Según el método cartesiano, la ciencia se basa en verdades axiomáticas sobre las cuales se van construyendo, a su vez, axiomas cada vez más complejos, hasta que se llega a una nueva verdad. Se pretende, siempre, que la consecuencia final de todo razonamiento sea la verdad absoluta, lo que constituiría, obviamente, una verdad axiomática.
Pero ¿qué ocurriría si todo un complejo razonamiento se basara en un axioma falso? La respuesta es simple: el resultado de una elucubración a partir de una “verdad axiomática errada” sería una falacia.

Cuando el astrónomo Ptolomeo imaginó su teoría geocéntrica (supuso y pretendió demostrar que todo el universo giraba en derredor de nuestro planeta) fue considerada un axioma. Hasta los teólogos de entonces interpretaban que ella se ajustaba a los conceptos que, suponían, estaban anotados en La Biblia.
Durante más de doce siglos el modo de interpretar la astronomía como a todo un universo girando en torno a la tierra fue una verdad incontestable, hasta que Copérnico al dar a conocer su teoría heliocéntrica (descubrió que es la tierra la que gira alrededor del sol) comienza a construir la verdad, el axioma que todos conocemos.

Cuando los primeros biólogos establecieron las tres categorías de animales según sus necesidades alimentarias, también se estableció un axioma. Usándolo como basamento, se construyeron axiomas subsiguientes que yo creo son falacias.

Estoy convencido de que los animales nos dividimos en solo dos grupos:

* Carnívoros

* Herbívoros

Sostengo que los carnívoros se dividen, a su vez, en dos subgrupos:

Carnívoros estrictos

Carnívoros no estrictos

Igual que los herbívoros, que también se agrupan en los mismos dos subgrupos, los estrictos y los no estrictos.

Un carnívoro estricto se alimenta exclusivamente de materia orgánica de origen animal. Un carnívoro no estricto, aparte de consumir tejido animal, también debe comer materia orgánica de origen vegetal.
Al revés, un herbívoro estricto se sustenta solo de vegetales, y uno no estricto debe, también, consumir elementos de origen animal.

Reconozco que todo este razonamiento pudiera llevar a que se piense que no es más que una especulación etimológica. Al fin, un carnívoro no estricto consume lo mismo que un herbívoro no estricto: materias de origen animal y vegetal. Podrían pues, cómodamente, ser catalogados como omnívoros, pero veremos que no es así.

Veamos algunos ejemplos para aclarar más las cosas.
Carnívoros estrictos: tigre, león, puma, leopardo…
Carnívoros no estrictos: perro, zorro, rata, ratón…
Herbívoros estrictos: vaca, caballo, jirafa, elefante…
Herbívoros no estrictos: cerdo, jabalí, algunos tipos de monos, ser humano…

Los Biólogos, hace muchos años, han desarrollado el muy atractivo concepto de “elementos esenciales”.
Ellos consideran bajo esa denominación a todas aquellas moléculas que un organismo no puede elaborar, por lo que depende de su ingesta para el correcto funcionamiento de su metabolismo.
El cloro, el sodio y el calcio, por ejemplo, son elementos minerales esenciales (en realidad todos los minerales útiles para nuestra compleja química, son esenciales).
Muchos de los aminoácidos (complejas moléculas que combinadas con otras de las mismas características constituyen las proteínas) son esenciales para los carnívoros y no para los herbívoros, y viceversa.
Con los ácidos grasos (elementos constituyentes de los lípidos –grasas–), pasa exactamente lo mismo.

Los animales herbívoros, únicamente los estrictos, pueden fabricar a partir de moléculas elementales y universales en el reino vegetal, todos los componentes de su anatomía (aminoácidos y ácidos grasos) y hacer provisión de lo indispensable para su energía (hidratos de carbono).
Los carnívoros estrictos, por ser los que menos facilidades tienen para esa fabricación, dependen de la ingestión de materia orgánica de animales que lo consiguen. Es por eso que ellos se alimentan de herbívoros, preferentemente de “estrictos”. Muchas de las substancias esenciales las incorporan a su organismo a través de ingerir animales que las elaboran a partir de moléculas muy simples.

Los humanos, por pertenecer al subgrupo de los herbívoros no estrictos, podemos sintetizar la mayoría de las moléculas fundamentales. El hecho de no poder hacerlo con otras muchas nos obliga a alimentarnos, también, de animales que ya las han elaborado: otros herbívoros. Generalmente elegimos a los estrictos. Ellos son la mayor fuente de provisión de elementos esenciales en nuestra dieta cotidiana. Es por eso que en todas las culturas, los principales componentes de la alimentación (en lo que se refiere a materia orgánica de origen animal) son los derivados, fundamentalmente, de especies pertenecientes a las razas ovinas, caprinas, bovinas y equinas. Los animales herbívoros no estrictos como los de raza porcina; o los peces, moluscos y muchas de las aves, e inclusive lombrices e insectos, algunos de cuyos tipos son carnívoros estrictos, pueden llegar, en algunas culturas, a ser substitutos.

Resumiendo:

LOS CARNÍVOROS NO ESTRICTOS, A PESAR DE COMER LO MISMO QUE NOSOTROS, POR PERTENECER AL GRUPO GENERAL DE LOS CARNÍVOROS PUEDEN FABRICAR CASI TODOS LOS AMINOÁCIDOS, PROTEÍNAS, GRASAS DE RESERVA Y DEMÁS COMPUESTOS LIPÍDICOS (colesterol, triglicéridos, etc.) Y EXTRAER ENERGÍA DE LAS PROTEÍNAS Y GRASAS QUE CONSUMEN.

LOS HERBÍVOROS NO ESTRICTOS A PESAR DE QUE COMEMOS LO MISMO QUE LOS PERROS Y LOS RATONES, POR PERTENECER AL GRUPO GENERAL DE LOS HERBÍVOROS TAN SOLO PODEMOS FABRICAR GRASAS DE DEPÓSITO Y OTROS ELEMENTOS DE ESTRUCTURA LIPÍDICA, Y EXTRAER NUESTRA ENERGÍA EN FORMA CASI INMEDIATA DE LOS HIDRATOS DE CARBONO.


Cuando un investigador realiza experimentos nutricionales en gran escala, no puede hacerlo con humanos. Sería imposible conseguir que miles de personas durante muchos años consuman tan solo los alimentos y bebidas que la investigación ordena. No existe ningún buen grupo de hombres y mujeres que puedan someterse, sin jamás cometer una transgresión durante el largo tiempo que dure la experiencia, a patrones dietéticos tan estrictos.
¿Qué hacen, entonces, los científicos?
Pues, dando por cierto que existe la OMNIVORICIDAD buscan animales modelos que, suponen, pertenezcan a ese grupo. Animales que deben reunir algunas condiciones:
– Tener una vida medianamente corta.
– Ser pequeños y fáciles de conseguir.
– Tolerar el encierro, y
– Reproducirse abundantemente.
Seguramente ha adivinado a cuales eligen: ratas y ratones.
Ellos tienen una vida promedio que ronda los tres años, o sea que cada año de esos animalitos equivaldría a, más o menos, treinta de nosotros, y pueden acomodarse miles en habitaciones muy reducidas.
Como están encerrados, no tienen más opción que consumir lo que los investigadores decidan durante, digamos, un año (el equivalente a un tercio de nuestra vida).
Y si comen abundante cantidad de huevo, por ejemplo, se podrá observar que la mayoría engorda, que sus valores sanguíneos de colesterol, triglicéridos, glucosa y ácido úrico, por decir algunos, se elevan con el correr de los meses, y que las cifras de HDL colesterol descienden peligrosamente en muchos de ellos.
Entonces, simplemente, extrapolan: “si a un ‘omnívoro’ le pasa eso por consumir mucho huevo durante el 33 % de su vida, a los otros omnívoros les pasará lo mismo. Y como los humanos lo somos...”

Algunos presupuestos a partir de experiencias similares: las grasas y las carnes rojas consumidas en abundancia durante un largo tiempo aumentan los niveles de colesterol, triglicéridos y ácido úrico, y hacen descender, peligrosamente, los del bienhechor HDL (obviamente en sujetos predispuestos. Pero como nadie sabe a ciencia cierta si está predispuesto, es mejor que todo el mundo...).

Pero esos tipos de experiencias NO SIRVEN, “porque las ratas y ratones son CARNÍVOROS NO ESTRICTOS y los seres humanos HERBÍVOROS NO ESTRICTOS”.


De confirmarse esta hipótesis, también se les soluciona un problema a los zoólogos. Ellos, según tengo entendido, no tienen una explicación definitiva sobre cómo apareció en el planeta el primer animal omnívoro, ya que por lo que actualmente conocemos de genética, es imposible que la cópula entre un carnívoro y un herbívoro de por resultado una cría que tenga necesidades alimentarias mixtas.

Me parece mucho más lógica y fácil de aceptar la idea darwiniana de la selección natural..
Imagino que alguna vez un gran grupo de herbívoros estrictos fue sometido a una fatal hambruna, por lo que, en la desesperación, comenzaron con el canibalismo –decidieron comerse entre ellos–. Casi todos murieron, ya que su fisiología no pudo soportar semejante forma de alimentarse, pero los que lograron sobrevivir engendraron especímenes adaptados a una alimentación combinada.
O que un grupo de carnívoros estrictos sin nada para comer durante un larguísimo período, comenzaron a ingerir vegetales para paliar la horrible sensación de hambre que sentirían en esa situación (los carnívoros estrictos solo consumen animales herbívoros, por lo que el canibalismo en ellos es muy poco probable). Los pocos que sobrevivieron a esta desesperada experiencia nutricional tuvieron descendientes aptos para la alimentación binaria.

Es ahora el momento de hacer algunas reflexiones con respecto al colesterol.
Para casi todo el mundo el colesterol no es menos que un peligrosísimo virus, una sustancia casi tan ominosa como un veneno.
Es más, y esto es lo peor, hay quienes se encargan de que esta idea se difunda y se acepte como otro axioma. De esa manera gran parte de la industria farmacéutica se beneficia con el masivo consumo de medicamentos destinados a disminuir sus niveles (medicamentos que la mayoría de las veces tienen más contraindicaciones que el mismísimo colesterol, especialmente por las enormes dosis que muchas veces se prescriben).

Veamos como es la verdad de todo según mi modo de ver las cosas (primero me basaré en la lógica y luego en la evidencia).
El colesterol es otro de los elementos fundamentales para nuestra existencia.
A partir de él se elaboran las hormonas sexuales femeninas y masculinas, por lo que es el responsable directo de la perpetuación de las especies. Es la base en la fabricación de una hormona sin la cual en muy pocos minutos moriríamos: la cortisona. Basándose en su estructura, nuestro organismo, con la incomparable ayuda de la luz solar, puede fabricar la vitamina D, gracias a la cual nuestros huesos pueden capturar el calcio que los eburnifica. Con él se fabrican las sales biliares, fundamentales en nuestros procesos digestivos. Es el colesterol el que forma las membranas de los miles de millones de células que dan forma a toda nuestra anatomía. E interviene en una enorme cantidad de funciones más.
Pero desechemos todo lo último. Supongamos que no sirviera más que para la primera función que enumero: la fabricación de las hormonas sexuales. ¿Puede alguien creer que tan vital función, como es la de procrear para así mantener la perpetuación de todas las especies animales que habitan nuestro planeta, pueda depender de la mayor o menor facilidad conque se disponga de alimentos que lo contienen?
Y si alguien llegase a sostener eso, cómo podría explicar que las vacas y los toros, por ejemplo, pudiesen llegar a engendrar terneros, si tan solo se alimentan con vegetales, en los que jamás está presente el colesterol (él es una molécula que solo se encuentra en la materia orgánica de origen animal). Pues la solución a este supuesto enigma es extremadamente sencilla: las vacas y los toros, y todos los demás representantes del reino animal, fabricamos nuestro propio colesterol, y lo hacemos, TODOS, a partir de una molécula muy elemental y omnipresente en toda la naturaleza viva: la glucosa. Ella es el ladrillo con que se edifican cada una de las enormes moléculas del vital colesterol. Podría usted pretender retrucar mi hipótesis con el argumento de que los leones también se reproducen, entonces ¿Cuál es la materia prima para elaborar su colesterol, si ellos no consumen carbohidratos? Pues la respuesta también es simple: los leones, y los demás carnívoros, por supuesto (estrictos o no), primero elaboran su propia glucosa y con ella su fundamental colesterol; y la capa de grasa que los proveerá de energía si no encontrasen, aun durante muchos días, materia orgánica con la que alimentarse ¿Y cuál es la fuente de glucosa de los carnívoros? Simplemente la capa de grasa y las proteínas musculares de su oportuna presa. Ellos, los carnívoros tienen la capacidad (la que nosotros no utilizamos, salvo necesidades extremas) de transformar, en su hígado, las grasas y los músculos de los animales, generalmente herbívoros estrictos (que, como dijimos más arriba, transforman en grasa de depósito los hidratos de carbono que consumen en exceso) de transformarlos, decía, en glucosa. Luego de conseguida, la usan como fuente de energía, o de sustancias químicas, plásticas o de reserva (tal cual como nosotros lo hacemos con los azúcares y los almidones).

Pero esto no es más que otra de mis hipótesis. Si otro mejor dotado puede explicarme con otros argumentos (basándonos ahora en la evidencia) por qué a mis pacientes, a los que les indico no consumir, en forma cotidiana, únicamente alimentos que tengan una gran cantidad de hidratos de carbono por unidad de medida, les baja el colesterol LDL, se les elevan los niveles de HDL, descienden sus valores de triglicéridos y ácido úrico, y, fundamentalmente, adelgazan (disminuyen sus grasas de reserva), y su explicación me convence, juro defender su hipótesis con el mismo entusiasmo conque ahora defiendo la mía.

Sin embargo a los hipercolesterolémicos a los que se les restringe la ingesta de grasas por tiempos prolongados, su problema aparentemente les mejora.
Esto, según mi opinión no debiese ocurrir, pero sin embargo sucede en realidad. Mas no es ningún misterio. Es más: la respuesta también es simple.
No solo comemos grasas animales porque son agradables al paladar y permiten diversificar nuestra prácticas gastronómicas, sino porque son, fundamentalmente, “substancias plásticas” (y muchos de sus componentes,”esenciales”) que están destinadas a elaborar elementos de reemplazo y reparación, permitir que a nuestro organismo penetren algunas vitaminas (como la A, la D, la K y la E) y ayudar a fabricar un sinfín de productos químicos vitales.
Si carenciamos fuertemente a una persona de su ingesta durante un lapso suficientemente largo, como emergencia tendrá que echar mano a las ya fabricadas que forman parte de su estructura, y reciclarlas. El colesterol y los triglicéridos que circulan en su sangre son los lípidos que están más al alcance. Luego, al utilizarlos para menesteres más vitales, sus niveles descenderán.
Lo que nadie asegura es que también descienda el ritmo de fabricación de esas substancias que, le recuerdo, en los humanos se elaboran a partir de los carbohidratos.
Creo que si el colesterol fuera la real causa de la tan temida aterosclerosis, lo sería a partir de un aumento en el ritmo de fabricación a nivel de las partes mas internas de las paredes arteriales.
Como consecuencia, me parece más lógico que en lugar de reciclar lo ya fabricado morigeremos el ritmo de su fabricación, lo que puede conseguirse si se disminuye en forma muy importante el ingreso de la materia prima para esa elaboración: los hidratos de carbono.
Cuando los humanos consumimos una cantidad de ellos (harinas, azúcares, miel...) acorde a nuestras necesidades y sin cometer excesos en forma cotidiana, los mismos son combustionados en su totalidad gracias a nuestra actividad habitual. Pero si comemos más de lo que podemos utilizar (cosa de lo más corriente), el organismo acapara los exceso, como ya hemos visto. Es el hígado el encargado de esa vital operación: transforma los azúcares excedentes en substancias lipídicas y ellas se guardan en los depósitos destinados a ese fin, el tejido graso que tenemos debajo de la piel de casi toda nuestra humanidad, y entre los intestinos, fundamentalmente; o lo echa a circular en nuestra sangre bajo la forma de colesterol y triglicéridos.
La capacidad de fabricar grasa de reserva en mayor o menor cantidad es diferente entre una persona y otra, aunque consuman lo mismo y realicen la misma actividad física. Existe una predisposición genética, que no se puede modificar, mayor en unos que en otros para llevar a feliz (¿o infeliz?) término esta adaptación que puede llegar a defendernos de posibles contingencias, de la posibilidad cierta que tenemos todos de tener que pasar largos períodos sin poder consumir alimentos en cantidades y calidades suficientes, y sobrevivir al trance.
Todos conocemos a personas que sin importar qué ni cuánto coman, se mantienen siempre delgadas, aunque ni siquiera realicen alguna actividad física de relevancia. Generalmente son envidiados por todos, pero no veo el porqué de la envidia. Ellos han nacido con una genética incapacidad de guardar grasas para alguna futura emergencia. Y les aseguro que cuando las emergencias ocurren las cosas no les van tan bien.
Después que lea la Sexta Hipótesis entenderá mejor lo que quiero decirle.

6 comentarios:

  1. Buenos dias Dr Cesáreo. Bendiciones un gusto poder sacarme unas dudas. Puedo consumir salame que viene tipo bastón ya que ese no lo veo mencionado en estas hipótesis pero si en el libro Adelgace para Siempre. Y por otra parte la polenta se puede? Desde ya agradezco mucho su tiempo

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  2. Sí, el salame es alimento permitido sin restricciones. Si la marca que consume tiene harina, ha de ser tan poca que no interferirá en sus resultados.
    Con respecto a la polenta, si lo hace eventualmente no tiene por qué privarse de ella.

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  3. Muchas gracias Dr. Estoy suguiendo al pie de la letra todos sus consejos.. y nunca me he sentido tan bien emocionalmente y muy segura de mi meta. Gracias a Dios por poner en Ud tanta sabiduria. Y a su vez un corazón noble para poder compartir todo lo que sabe.

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  4. Hola, no sé si Dios ha puesto en mí algo de sabiduría, de lo que estoy seguro es que me ha dotado de una enorme paciencia, cosa que le agradezco a Él infinitamente, ya que sin ese don es imposible estar treinta y dos años estudiando en profundidad un tema tan espinoso como el de la obesidad, escuchando miles de historias, usando miles de ejemplos...
    Sería magnífico que la haya dotado a usted de una paciencia similar. Si así fue dé por descontado su éxito.
    Me gustaría saber su nombre y desde dónde me escribe.
    Le dejo un cordial saludo.

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    Respuestas
    1. Querido Dr Cesáreo. Mi nombre es Gabriela y le escribo desde Resistencia provincia de Chaco!!! 🙂

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    2. Hola, Gabriela.
      Perdón por la demora.
      Conozco Resistencia, es una hermosa ciudad.Tengo amigos en Charata (Los doctores Yah Yah, fueron mis vecinos y pacientes hasta que se mudaron).
      Espero que sus cosas marchen muy bien.
      Le dejo un cordial saludo.

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